LA BIBLIA DIVIDE A LA HUMANDAD EN DOS: LOS IMPOS Y LOS JUSTOS.
Iluminación: ¡Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni en la senda de los pecadores se detiene, ni en el banco de los burlones se sienta, más se complace en la ley de Yahveh, su ley susurra día y noche! Es como un árbol plantado junto a corrientes de agua, que da a su tiempo el fruto, y jamás se amustia su follaje; todo lo que hace sale bien. ¡No así los impíos, no así! Que ellos son como paja que se lleva el viento. Por eso, no resistirán en el Juicio los impíos, ni los pecadores en la comunidad de los justos. Porque Yahveh conoce el camino de los justos, pero el camino de los impíos se pierde. (Slm 1, 1- 6)
Los impíos son los que obran el mal y permanecen en él. Mientras que los justos son los que obran el bien. Son los que viven en Comunión con Dios y con los demás, son piadosos. Si se tiene la virtud de la Piedad, hay amor fraterno y hay Caridad (2 de Pe 1, . 8) Los impíos caminan por el camino ancho y entran por la puerta ancha, ven por el camino de la perdición (cr Mt 7.13- 24)
Dos caminos: la carne y el Espíritu. Uno salva y el otro pierde. (Gál 5, 16)
Esto dice el Señor: “Maldito el hombre que confía en el hombre, que en él pone su fuerza y aparta del Señor su corazón. Será como un cardo en la estepa, que nunca disfrutará de la lluvia. Vivirá en la aridez del desierto, en una tierra salobre e inhabitable.
Bendito el hombre que confía en el Señor y en él pone su esperanza. Será como un árbol plantado junto al agua, que hunde en la corriente sus raíces; cuando llegue el calor, no lo sentirá y sus hojas se conservarán siempre verdes; en año de sequía no se marchitará ni dejará de dar frutos”. Jeremίas 17, 5-8
Confiar en sí mismo es el camino de la carne: una vida mundana, pagana, vida de pecado, conducida por cualquier espíritu que no es el espíritu de Dios, llevan a la muerte (Rm 14, 23; Rom 6, 23; Gál 5, 19- 21) El mundo ofrece poder, placer y tener (1 de Jn 2, 159) Las concupiscencias de la carne. En cambio, Dios nos da la vida en Cristo Jesús (Rm 6, 23).
Eres libre para elegir, tiene libre albedrío.
Vida o muerte; (Rm 6, 23) Luz o tinieblas; (Ef 5, 7-8) Gracia o pecado; (Ef 2, 4-5) Libertad o esclavitud; (Gál 5,1) Aridez o aguas vivas;(Jn 7, 37) Mesa del Señor o Mesa de los demonios (1 de Cor 10, 21) Cristo o el Diablo (2 de Cor 6, 15) Creer o no creer. ¿Qué conformidad entre el santuario de Dios y el de los ídolos? (2 de Cor 6, 16)
El hombre justo, es el piadoso que vive en Comunión con Dios y con los hombres, ama a Dios y ama a sus hermanos. Es el hombre que ha sido justificado, se ha apropiado de los frutos de la Redención: el perdón, la paz, la resurrección y el don del Espíritu Santo, se la liberado de la maldición y de la esclavitud de la Ley (cfr Gál 3, 13) Ha entrado en la Nueva Alianza, ahora pertenece a las Leyes del Reino: “Pertenece a Cristo, ama a Cristo y sirve a Cristo”. Ahora está en comunión con Jesucristo resucitado, el Hombre Nuevo, revestido en justicia y en santidad (Ef 4, 24) Revestido en Piedad, amor fraterno y en Caridad ( 2 de Pe 1, 7)
El hombre nuevo ha escuchado la Palabra de Dios y la ha obedecido (Rm 10, 17) Por la fe ha nacido de Dios y sus pecados han sido perdonados y ha recibido a Gracia de Dios. Ha muerto con Cristo, ha sido sepultado con él y ha resucitado con Cristo (Rm 6. 3-4) Ha entrado al Misterio de la Pascua: Cruz y resurrección son dos momentos de un mismo acontecimiento, la Pascua de Cristo. Cruz sin resurrección es puro fatalismo drástico y resurrección sin cruz es puro iluminismo.
Si Cristo no resucita en nosotros, nuestra fe es estéril, está vacía. Por eso Jesús nos llama a creer y a convertirnos (Mc 1, 15; Mt 4, 17) La señal que hemos pasado de la muerte a la vida, es la resurrección; La señal que hemos pasado de la esclavitud a la libertad, es la resurrección. Y la señal que hay resurrección en nuestra vida es la Caridad. Madre de todas las virtudes: Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos. Quien no ama permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un asesino; y sabéis que ningún asesino tiene vida eterna permanente en él. (1 de Jn 3, 14- 15). Sin Amor no hay resurrección, nuestra fe está muerta (Snt 2, 14).
Mirando entonces a sus discípulos, Jesús les dijo: Las Bienaventuranzas son para sus discípulos.
En aquel tiempo, Jesús descendió del monte con sus discípulos y sus apóstoles y se detuvo en un llano. Allí se encontraba mucha gente, que había venido tanto de Judea y de Jerusalén, como de la costa de Tiro y de Sidón.
Mirando entonces a sus discípulos, Jesús les dijo: “Dichosos ustedes los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios. Pobres son aquellos que no tiene en que poner su confianza por eso pueden confiar en Dios. Son aquellos que reconocen que todo lo bueno que poseen lo han recibido de Dios. Por eso pueden compartir, amar y servir a los demás. El rico es aquel que pone su confianza en sí mismo, en su carne, en su poder, en su riqueza y en su placer. El rico no se preocupa de los pobres, su lema es: teniendo yo lo mío, los demás me vale. Sus gritos de victoria son no obedeceré, no amaré y no serviré,
Dichosos ustedes los que ahora tienen hambre, porque serán saciados. Hambre y sed de la Palabra de Dios. Hay hambre de Dios donde se ha rechazado el alimento mundano que el mundo ofrece, para alimentar los instintos y los impulsos, es decir la carne. El alimento al hombre viejo, le entra por los sentidos; si queremos tener hambre de Dios hay que negarle el alimento, hay que darle muerte (Col 3, 5) Hambre y sed de justicia, de bondad, verdad, y vida. El alimento consentido de Jesús era hacer la voluntad de su Padre (Jn 4, 34). Alimento que nutre, convierte y transforma en hombres nuevos. (2 de Cor 5, 17)
Dichosos ustedes los que lloran ahora, porque al fin reirán. Estos son aquellos que se arrepienten hasta las lágrimas. Este arrepentimiento Dios no lo desprecia (Slm 51, 19) Hay una tristeza que nos lleva a la muerte y otra que nos lleva a la vida, a Dios. “En efecto, la tristeza según Dios produce firme arrepentimiento para la salvación; más la tristeza del mundo produce la muerte”. ( 2 de Cor 7, 10) Esta es la del arrepentimiento de corazón para apropiarnos de los frutos de la redención: el perdón, la paz, la resurrección y el Espíritu Santo.
Dichosos serán ustedes cuando los hombres los aborrezcan y los expulsen de entre ellos, y cuando los insulten y maldigan por causa del Hijo del hombre. Cuando los expulsen y los aborrezcan porque son pobres, porque no tienen ropas elegantes, ni carros lujos; cuando los persigan por razones políticas, por que no piensan como ustedes, por no hacen lo que ellos dicen: Cuando los persigan por que son de Cristo; porque le pertenecen lo aman y lo sirven. Luchen contra todo eso usando la “Armadura de Dios”. Según las palabras de Jesús: “Ama a tu enemigo y ora por él” (Lc 6, 27- 28) O con Palabras de Pablo: “No se dejen vencer con el mal, con el bien venzan al mal” (Rm 12, 21).
Alégrense ese día y salten de gozo, porque su recompensa será grande en el cielo. Pues así trataron sus padres a los profetas. La prueba es la señal de que estamos siguiendo a Cristo. (Snt 1, 2) Es la señal que le pertenecemos Cristo, y por lo tanto, estamos crucificados con él muriendo al pecado y viviendo para Dios (Gál 5, 24) Entonces nuestra fe es sincera, es confianza y obediencia, es amor a Dios y a los hombres. (1 de Tim 1, 5)
¿Qué será de ustedes, si siguen viviendo de esa manera?
Pero, ¡ay de ustedes, los ricos, porque ya tienen ahora su consuelo!
¡Ay de ustedes, los que se hartan ahora, porque después tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los que ríen ahora, porque llorarán de pena! ¡Ay de ustedes, cuando todo el mundo los alabe, porque de ese modo trataron sus padres a los falsos profetas!” (Lucas 6, 17. 20-26)
Esta es la invitación de Jesús a todos los pecadores a la conversión. A ser hombres nuevos, a ser hijos de Dios y hermanos de los demás. Es la invitación hacerse pobres como Jesús para bajarse de los pedestales de poder, del placer y del tener. Como a zaqueo lo invitó a bajarse del Monopolio de su economía; a Pablo a bajarse del caballo de su soberbia; a mí me bajo de un tráiler para bajarme de la mentira, del ego, de la envidia, del odio, de la maledicencia, para dejar de dar culto al poder y al oro, a los ricos y a los poderosos. Hay de ustedes si siguen en su pecado, les espera la muerte eterna.
Escuchemos a Jesús decirnos la voluntad de Dios:
Entonces dirá el Rey a los de su derecha: "Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme." (Mt 25. 34- 36) Me amaron, me compartieron y me sirvieron.
Entonces dirá también a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis."(Mt 25, 41- 43).
No basta con decir yo creo en Jesús, hemos de hacer la voluntad de Dios: «No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel Día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?" Y entonces les declararé: "¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad! (cfr Mt 7, 21- 23)- “Los que aman, no comparten y no sirven”.
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